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Él

Todas las noches me gusta quedarme dormido imaginando su abrazo que me arropa. A veces incluso fantaseo en cómo sería mi vida con él; ese que yo se que llegará a mi vida para hacerme creer de nuevo en lo que ya no creo. Arriesgándome a parecer desesperado o muy solo, hoy escribo sobre esta visión que en realidad es confortante y se erige más como un deseo que como una imperante necesidad. Un anhelo que se haga realidad con el tiempo apostado en la seguridad que no tuve en 3 años de realmente querer estar con alguien de manera estable.

Cada vez que me preguntan en qué es lo que yo espero en alguien para querer estar a su lado, me vienen a la mente miles de ideas y no resulta nada fácil enumerarlas. Sobre todo porque podría parecer que quiero y pido demasiado, pero tal y como yo lo veo, los años me han dado la posibilidad de discernir qué es lo que sí quiero y qué es lo que no quiero en esa persona. Hoy se que no es imposible y también se que no voy a ceder por menos. Nadie es perfecto y lo se. Es probable que él no tenga muchas de las cosas que me gustaría que tuviera, pero también se que sabré que es él cuando lo tenga frente a mí.

Por principio de cuentas espero que sea honesto, coherente y lo suficientemente transparente para darme cuenta de cuando es feliz, cuando está enojado o cuando necesita que lo abrace. Considero de suma importancia que tenga ideales en la vida, objetivos claros y metas a alcanzar siempre consciente del trabajo y esfuerzo que ello requiere.

Un hombre con pasión en todo lo que haga. Que se note la vida en él. Que le hierva la sangre cuando algo le parezca injusto. Que tenga convicciones sólidas y que todo aquello que lo vuelva loco, me vuelva loco a mí junto con él. Un hombre que día con día rete a mi intelecto y me aporte cosas nuevas. Seguridad en sí mismo para saber quién es y a quién tiene al lado.

Una mirada con la que cada vez que despierte a su lado y sea lo primero que vea, piense en lo afortunado que soy por tenerlo conmigo. El abrazo más protector y fuerte para saber que pase lo que pase todo va a estar bien no importando qué tan negro esté el cielo.

Carácter para nunca decirme que sí o no a todo; para ponerme en mi lugar cuando no tenga la razón; para que las reconciliaciones sepan mejor al verlo y saber que mi lugar es a su lado sin importar qué tan ríspida haya sido la discusión.

Un camino juntos, uno al lado del otro, en donde cada éxito personal sea un éxito de los dos. Que sepa que amar a alguien también puede ser liberador y no necesite buscar nada en otro lado. Sexualmente desinhibido y abierto a experimentar siempre con el fin de nunca caer en rutinas que terminen por separarnos. Capaz de fundirme con solo pasar sus dedos lentamente por mi espalda.

Paciente para entender que soy extremadamente voluble y que tengo días buenos, malos y fatales. Que suelo pasarme de realista y caigo en lo pesimista. Que vea cada parte de mi, toda la luz, toda la oscuridad. Que ame hasta eso de lo que yo me avergüenzo. Un marinero que navegue valeroso por la tormenta que suelo ser.

Un cómplice con quien ver el atardecer sentados frente al mar diciendo absolutamente nada y más bien sintiendo esa conexión tan profunda que aun en silencio haga que nos entendamos con solo vernos a los ojos.

Un compañero de vida con quien comprobar que todo aquello que está tan devaluado y que nos han hecho hasta pensar que no existe, es real y comprobable. Alguien hecho para mí como yo estaré hecho para él.

Alguien que aunque lejos, sepa que todo puede suceder porque estamos bajo el mismo cielo…