Estoy sentado en un aeropuerto esperando mi regreso a casa, anhelando volver a todo aquello que me arropa y me sostiene. Y después de un fin de semana en la ciudad que por alguna razón tiene una relación irremediable conmigo, vuelvo con ese círculo que tanto me atormentó completamente cerrado.
Tardé cinco años en entender que así debía ser y que por más que yo me resistiera contra ello, sucedería tarde o temprano. Ahora solo queda el recuerdo de todo lo que dejo con ese cierre; las canciones que escuché, las miles de líneas que escribí, las lágrimas que derramé y los chorros de desasosiego que viví por estar atado a él.
Hoy soy capaz de por fin decir que nada me tiene más tranquilo que saber que ya no tiene ningún poder sobre de mí, ese poder que yo mismo le conferí y con el que me destruyó. El círculo ya no puede conmigo. Y gracias a que lo cerré me doy cuenta de lo que yo fui responsable en gran parte por todo lo que sucedió en ese tiempo.
Así como ese círculo que tardé tanto tiempo en cerrar, se que se irán cerrando los demás. Eventualmente iré resolviéndolos y resolviendo-me. Y sé que conforme se vayan cerrando, nuevos círculos se irán abriendo para mí. Unos para bien, otros no tanto, pero lo que es un hecho es que la vida tiene que ser así, circular, cíclica, redonda, con inicios y finales.
Tengo frente a mí un día con el cielo azul, algunas nubes a lo lejos y sobre todo la luz como no la vi hace mucho: luminosa, incandescente, cegadora. Descubro que la luz siempre está ahí, únicamente hay que aprender a dejar que te deslumbre.
Tardé cinco años en entender que así debía ser y que por más que yo me resistiera contra ello, sucedería tarde o temprano. Ahora solo queda el recuerdo de todo lo que dejo con ese cierre; las canciones que escuché, las miles de líneas que escribí, las lágrimas que derramé y los chorros de desasosiego que viví por estar atado a él.
Hoy soy capaz de por fin decir que nada me tiene más tranquilo que saber que ya no tiene ningún poder sobre de mí, ese poder que yo mismo le conferí y con el que me destruyó. El círculo ya no puede conmigo. Y gracias a que lo cerré me doy cuenta de lo que yo fui responsable en gran parte por todo lo que sucedió en ese tiempo.
Así como ese círculo que tardé tanto tiempo en cerrar, se que se irán cerrando los demás. Eventualmente iré resolviéndolos y resolviendo-me. Y sé que conforme se vayan cerrando, nuevos círculos se irán abriendo para mí. Unos para bien, otros no tanto, pero lo que es un hecho es que la vida tiene que ser así, circular, cíclica, redonda, con inicios y finales.
Tengo frente a mí un día con el cielo azul, algunas nubes a lo lejos y sobre todo la luz como no la vi hace mucho: luminosa, incandescente, cegadora. Descubro que la luz siempre está ahí, únicamente hay que aprender a dejar que te deslumbre.
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